Fri, 11 May 2012 03:03:00
El
domingo 30 de diciembre de 1934 murió María de la Luz Camacho en el
atrio de la parroquia de san Juan Bautista, en la villa de Coyoacán de
la ciudad de México. Murió mártir, al defender la Iglesia y la Fe,
balaceada por sus verdugos. Murió con los brazos abiertos en cruz al
tiempo que gritaba, con inusitado valor en una señorita de 27 años de
edad que se enfrenta a furibundos verdugos anticlericales, las últimas
palabras que pronunciaron sus labios: ¡Viva Cristo Rey!
María de la Luz Cirenia Camacho
González nació el 17 de mayo de 1907 en Tacubaya. Su papá se llamaba
Manuel; su mamá, de nombre María Teresa, murió cuando ella tenía apenas 7
meses de edad. De niña estudió en un colegio de religiosas en la ciudad
de Puebla de los ángeles. En 1918 regresó a México para estudiar con
las monjas dominicas y después en el Instituto Católico para niñas.
Lucha era de carácter alegre y equilibrado, era emprendedora, modesta y
mantenía un gran dominio de sí misma. En 1921 la familia Camacho se
trasladó a Coyoacán, donde ella vivió los últimos 13 años de su vida
hasta que salió de su casa para defender la parroquia que pretendían
incendiar los Camisas Rojas, el grupo de choque formado por Tomás
Garrido Canabal y comandado por Carlos Madrazo.
En 1923 Garrido Canabal había
sido gobernador de Tabasco con el apoyo de los presidentes Álvaro
Obregón y Plutarco Elías Calles. Allí inició una campaña anticlerical
que se derivó en toda una persecución religiosa, cerró las iglesias de
Tabasco, prohibió las cruces en los cementerios, mandó asesinar
sacerdotes y obligaba a los niños de las escuelas a presenciar la
destrucción de imágenes sagradas y el incendio de iglesias. Se
autonombraba "Enemigo personal de Dios y de la Iglesia" y a sus tres
hijos les puso por nombres Zoila Libertad, Lenin y Lucifer. Es
considerado como uno de los persecutores más hostiles de la Iglesia y
del Pueblo católico de México. Formó varios grupos de sicarios para
aplastar a campesinos y grupos disidentes; entre estos grupos se destaca
el llamado "Los Camisas Rojas", una furibunda pandilla de
adoctrinamiento socialista y anticlerical, cuya misión principal
consistía en incendiar iglesias y balacear a los católicos que
manifestaban su fe. En diciembre de 1934 el presidente Lázaro Cárdenas
lo nombró Secretario de Agricultura con la encomienda de perseguir a la
Iglesia al igual que lo hizo en Tabasco.
María de la Luz era catequista,
integrante de la Tercera Orden franciscana y de la Acción Católica
Femenina de México. El día de su martirio su papá había ido a Misa a las
10 de la mañana con su hermanito Rafael, de 10 años de edad. Allí el
sacerdote pidió que se corriera la voz de ayuda porque los Camisas Rojas
habían llegado a atacar e incendiar la parroquia.De regreso en casa, su
papá platicó el peligro; María de la Luz se levantó de la cama, con
fiebre por una faringitis, y se puso su mejor vestido, el de seda color
verde con amplio cuello de color blanco. –Por qué te pones tan
elegante?- le preguntó su hermana Lupita. Ella le respondió: –Cuando hay
que defender a Cristo Rey, hay que ir elegante para el combate-. Luego
salió de su casa y no detuvo su marcha hasta llegar al atrio, donde
esperó el momento heroico hasta que vio a los Camisas Rojas acercarse a
la iglesia con tambos de gasolina. Mientras tanto, trepado en la cruz
atrial, Carlos Madrazo, su verdugo ejecutor, gritaba consignas contra la
Iglesia y blasfemias irrepetibles.
Ella se paró frente a la puerta
de la iglesia, abrió sus brazos en cruz y comenzó a gritar con grande
fuerza: ¡Viva la Iglesia! ¡Viva el Papa! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!
¡Viva Cristo Rey! hasta que las balas ahogaron su voz mientras en el
Cielo se le concedía la palma del martirio.
Mientras agonizaba recibió el
último sacramento. Su sepelio fue el primer día del año 1935. Una
multitud acompañó su cortejo fúnebre hasta el panteón de Xoco para
sepultarla, luego siguió hasta el zócalo, en marcha por avenida Reforma,
para exigir justicia. El presidente Lázaro Cárdenas, totalmente
atemorizado, pidió la renuncia de Garrido Canabal y pactó la paz.
La sangre de mártir que derramó
María de la Luz logró el cese de la persecución religiosa en México al
tiempo que teñía su mejor vestido, el de seda, con los colores de la
bandera mexicana.
Ahora sus restos reposan en una urna, en el interior de la iglesia que defendió en Coyoacán, en espera de su beatificación
No hay comentarios:
Publicar un comentario