Kiko Argüello se siente fiel al Concilio Vaticano II dando nueva energía a la Iglesia
Por Salvatore Cernuzio
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 12 octubre 2012 (ZENIT.org).-
Con “gran alegría”, ayer, Benedicto XVI inauguró el Año de la Fe. Entre
los asistentes al Sínodo de la nueva evangelización para la transmisión
de la fe cristiana, Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal,
cuyo carisma, desde hace más de cuarenta años, es hacer madurar una fe
adulta en medio de la “desertización espiritual” que ha caracterizado
los últimos decenios de la humanidad.
Al término de la Santa Misa, Francisco
José Gómez Argüello Wirtz, auditor nombrado por el papa para asistir a
este Sínodo, más familiarmente conocido como Kiko, ha concedido una
breve entrevista a ZENIT.
En la primera congregación del
Sínodo, se ha prestado gran atención a los movimientos y realidades
eclesiales, señalados como gracia del Espíritu Santo que dan nueva
energía a la Iglesia. El cardenal Wuerl, entre ellos, ha citado a
Comunión y Liberación, el Opus Dei y el Camino Neocatecumenal. ¿Qué
efecto le han hecho estas palabras?
–Kiko Argüello: ¡Ha sido bellísimo!
Surgimos tras el Concilio Vaticano II para ayudar a la Iglesia y me
siento contento de que esto se reconozca. Hemos querido introducir en la
Iglesia un camino de fe, porque solo una fe adulta puede responder a
las situaciones actuales de secularización que se dan en muchas partes
del mundo. También ayer, durante los trabajos de los Círculos Menores
del Sínodo, durante la quinta Congregación, uno de los relatores,
monseñor Ricardo Blázquez Pérez, arzobispo de Valladolid, habló del
Camino Neocatecumental, y dijo estar convencido de que sea una de las
respuestas, tras el Concilio, a los problemas de la Iglesia.
Esto no significa que queramos sustituir
a la Iglesia o que seamos la única expresión eclesial y religiosa
válida. Más bien somos solo servidores humildes que se ponen al servicio
de la Iglesia, para ayudar a las personas a descubrir la belleza de ser
cristianos. Porque es algo enorme: ser hijos de Dios, unidos, que se
aman los unos a los otros. ¡Es fantástico de verdad!
¿Se puede afirmar por tanto que,
en cierto sentido, el Camino Neocatecumenal ha hecho realidad las
promesas del Concilio Vaticano II?
–Kiko Argüello: Sí, las está haciendo
realidad, a pesar de nosotros y de nuestros pecados. Laicos que
evangelizan, familias en misión, miles de vocaciones. Este año hemos
abierto diez nuevos seminarios, entre ellos uno en India y otro en Río
de Janeiro. Nosotros mismos estamos verdaderamente sorprendidos de los
frutos que seguimos viendo, porque no es absolutamente obra nuestra.
Cuando pido familias para ir en misión
por el mundo, no es ciertamente poder mío que se levanten tres mil. O
como sucedió el pasado verano en Madrid, que pedí sacerdotes para China y
cinco mil jóvenes se sintieron dispuestos… Es algo hermosísimo. Somos
de verdad espectadores de las obras del Espíritu Santo.
Últimamente se habla de una publicación suya que está apunto de salir. ¿Es verdad?
–Kiko Argüello: Sí. Es un pequeño
volumen que saldrá quizá con motivo de la clausura de los trabajos
sinodales, donde hemos tratado de poner por escrito el kerygmaanunciado en los encuentros de Nápoles, Budapest, Milán y Trieste de este año. Es el kerygma de
los tres ángeles que, en mi opinión, es una catequesis muy importante
para la antropología de hoy, que ha perdido su contenido profundo. Se
puede decir que es un libro para la Nueva Evangelización, y creemos
importante transmitir este anuncio que vuelve a dar sentido a la
pregunta “¿por qué evangelizar?”.
El Santo Padre ha abierto, hace poco, un tiempo de gracia para la Iglesia de hoy: el Año de la Fe. ¿Que augura para este año?
–Kiko Argüello: Espero que se pueda
redescubrir la belleza de la Fe. Aquella Fe que nos da la naturaleza de
Dios y cura profundamente el ser del hombre que ha sido herido por el
pecado original. El hombre, separándose de Dios, se hace esclavo del no
ser, las consecuencias son evidentes: la cantidad de mujeres que son
asesinadas, los suicidios continuos en todas partes, y podría seguir.
Cuando un hombre descubre que “no es”, decide matarse. La Iglesia, por
tanto, en este año debe hacer redescubrir la palabra de salvación para
los hombres: que Cristo ha venido para darles vida, para dar “el ser del
Espíritu Santo”.
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